Estábamos en Ámsterdam, la cautivadora capital de los Países Bajos, visitando un museo-tienda en la zona más popular de la ciudad.
Nuestra guía era joven y carismática, llevaba a todo el mundo a vivir diferentes experiencias a través de cada obra de arte. En un momento en el que estábamos fascinados por una propuesta artística, la guía dijo: “ ¡Vengan, les tengo una nube abrazable!”.
“¿NUBE ABRAZABLE?” (Huggable cloud?)…¿Habré escuchado bien?
La seguimos con cierta incertidumbre hacía el lugar donde estaba la “Huggable Cloud”. Al llegar al segundo piso, la guía nos llevó hasta un pequeño balconcito donde nos enfiló para contarnos sobre la nube.
“Aquí está la ‘Huggable Cloud’. Una nube que emite sonidos y se mueve. ¡Es como si estuviera viva!” – Afirmó la guía.
¡Era cierto! Ahí estaba una nube que se movía en su transparencia y hacía ruidos graves, ahí estaba cercada como una de las obras más importantes del museo. Estaba encerrada como si la nube tuviera ganas y razones para escapar.
Después de un par de segundos de estar observando y analizando la nube que vivía en la tierra, todo su espacio adquirió un tono blancuzco que nos llenó de intriga y miedo.
-¿Acaso la famosa nube era mala?-
Sin tener tiempo de pensar o entender lo que estaba pasando, de esa sábana blanca, salió un oso polar agresivo. Todos nos asustamos tanto, que no gritábamos porque sólo teníamos fuerzas para correr.
El oso polar persiguió a una mujer que consideró sería su mejor caza. Mis amigos y yo nos salvamos de su ataque, por lo que queríamos irnos de aquel lugar lo más pronto posible.
Mi propuesta era irnos en un taxi, pero la guía dijo que nos saldría por 48 euros, así que decidimos irnos en bus.
¿Cómo podía existir una nube con vida propia? ¿Por qué habría un oso polar viviendo en una nube?
Todo parece muy confuso. Pero hasta en las situaciones cotidianas suceden las cosas más inesperadas, porque de vez en cuando no es necesario entender o explicar todo, sólo basta con aceptar y vivir.
Nuestra guía era joven y carismática, llevaba a todo el mundo a vivir diferentes experiencias a través de cada obra de arte. En un momento en el que estábamos fascinados por una propuesta artística, la guía dijo: “ ¡Vengan, les tengo una nube abrazable!”.
“¿NUBE ABRAZABLE?” (Huggable cloud?)…¿Habré escuchado bien?
La seguimos con cierta incertidumbre hacía el lugar donde estaba la “Huggable Cloud”. Al llegar al segundo piso, la guía nos llevó hasta un pequeño balconcito donde nos enfiló para contarnos sobre la nube.
“Aquí está la ‘Huggable Cloud’. Una nube que emite sonidos y se mueve. ¡Es como si estuviera viva!” – Afirmó la guía.
¡Era cierto! Ahí estaba una nube que se movía en su transparencia y hacía ruidos graves, ahí estaba cercada como una de las obras más importantes del museo. Estaba encerrada como si la nube tuviera ganas y razones para escapar.
Después de un par de segundos de estar observando y analizando la nube que vivía en la tierra, todo su espacio adquirió un tono blancuzco que nos llenó de intriga y miedo.
-¿Acaso la famosa nube era mala?-
Sin tener tiempo de pensar o entender lo que estaba pasando, de esa sábana blanca, salió un oso polar agresivo. Todos nos asustamos tanto, que no gritábamos porque sólo teníamos fuerzas para correr.
El oso polar persiguió a una mujer que consideró sería su mejor caza. Mis amigos y yo nos salvamos de su ataque, por lo que queríamos irnos de aquel lugar lo más pronto posible.
Mi propuesta era irnos en un taxi, pero la guía dijo que nos saldría por 48 euros, así que decidimos irnos en bus.
¿Cómo podía existir una nube con vida propia? ¿Por qué habría un oso polar viviendo en una nube?
Todo parece muy confuso. Pero hasta en las situaciones cotidianas suceden las cosas más inesperadas, porque de vez en cuando no es necesario entender o explicar todo, sólo basta con aceptar y vivir.