Te esperé como un niño espera las 12 de la noche, tratando de mantenerse despierto para ver a Santa poner los regalos debajo del árbol de navidad.
Te esperé como cuando uno espera un taxi en hora pico.
Te esperé, como cuando uno espera el último dÃa de vacaciones, cuando uno espera que escampe porque no tiene paraguas o como cuando uno espera las 12 p.m. para estrenar año nuevo.
Pero, ¿sabes? El perro nunca se lo regalaron a la niña. El niño nunca logró ver a Santa y mucho menos a un duende. Las vacaciones sà llegaron, pero se fueron también. El taxi no llegó y preferà caminar; tú nunca volviste y te decidà olvidar.
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