Cuando las cartas hablan...

Eran de esos días divertidos en que todo el mundo sonríe gracias al buen clima que se apodera de la ciudad. Por eso, habíamos decidido salir en plan de amigas para disfrutar el sábado de una forma diferente. 

Estábamos todas entusiasmadas por las rebajas que sobresalían en cada almacén y nos arrebatábamos a escoger lo mejor para hacerlo parte de nuestro gran aliado, el clóset. 

Todo parecía tan normal, que nadie se imaginaba que algo extraordinario podría pasar. 

Una de nuestras amigas, la más loca, nos llevó por un lado desconocido del centro comercial. Todas nos mirabámos extrañadas, pero no podíamos parar de seguirla y entusiasmarnos por lo desconocido. Llegamos a un local oscuro y lleno de imágenes psicodélicas. Habían unas personas sentadas con miradas cargadas de información esotérica. 
No sabíamos para qué habíamos ido hasta allá, aunque sólo bastó algunos minutos para que nuestra amiga nos explicará en dónde estábamos. Según ella, era un sitio 'espectacular' donde leían las cartas. 

La verdad, la idea nos aterraba. ¿Qué tal que ese tipo de cosas nos trajera situaciones negativas a nuestras vidas? Pero, como dicen por ahí "la curiosidad mató al gato" y en este caso, mató nuestro miedo. 

Me senté en el puesto de una señora robusta, sería y tranquila. Me miraba con cara de "yo sé muchas cosas de ti, que nisiquiera tú sabes". Eso me inquietaba bastante, pero ya no había forma de escapar. 

Puso las cartas sobre la mesa y me miró. Mi curiosidad ya me estaba causando estragos, cuando de repente, esa mujer comenzó a convertirse en un hombre apuesto, rubio y de ojos claros. Mi asombro hacía que mis ojos crecieran y crecieran para tratar de ver todo lo que no acababa de entender. 

El hombre apuesto, antes la señora robusta, pronunció una única frase que me dejó pensativa por muchas horas: "El que con basura anda, en basura se convierte".


Foto vía:macsmagazine.com

Ana María Bustos

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