Estábamos de viaje con mis hermanas en uno de los lugares más paradisíacos del mundo. En una isla donde la belleza del mar se colaba por todas partes para llenarlo a uno de tranquilidad y estabilidad.
En la isla donde disfrutábamos de unas cortas vacaciones era imposible pasarla mal o traer sentimientos negativos a colación, porque rodeadas de tanta belleza, era arbitrario hacerlo.
Pasamos mucho tiempo disfrutando de las piscinas llenas de túneles y aunque nunca nos cansamos, también queríamos disfrutar del mar.
Llegamos a la orilla del mar, no había nadie en el agua porque debían esperar a escuchar las palabras de un señor...tal vez, de un entrenador. Nunca antes habíamos recibido órdenes para poder sumergirnos en el mar, pero decidimos seguirlas. El entrenador hablaba suave y claro y dijo: "Antes de sumegirse en el mar, tengan en cuenta que deben tener pensamientos positivos, porque todo lo que ustedes le entregan al mar, el mar se los devuelve".
Foto vía: fucsia.cl

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