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No basta con tener un récord criminal o estar bajo los ojos de la justicia, para ser considerado un criminal. También están los que asesinan lentamente a otros, de a poquitos, matando sentimientos nobles y puros, asfixiando la esperanza.

Parecía normal, era intelectual y le gustaba bailar. Ella lo conoció una tarde de abril, bajo los balcones de la ciudad amurallada, cuando el sol se disponía a dormir y las aves revoloteaban con el cambio de clima.

Un simple tropiezo cambió la historia de los dos ese día. Lo que ella no sabía es que cambiaría más para ella que para él, pero bueno la vida es así.

Violeta iba distraída, caminando mientras hablaba por celular, cuadrando la cita con el proveedor que le solucionaría el problema que tenía con el aire acondicionado del local, que se había dañado recientemente, lo que espantaba a un número significante de clientes.

Diego la vio caminar y le llamó la atención de inmediato. Su cadencia al caminar, su pelo largo café y la forma cómo golpeaba las palabras, activaron en él su ‘ilusión’ de querer conocerla, de filtrarse en cada poro de su vida y hacer parte esencial de ella.

Se tropezaron (a propósito para él y por casualidad para ella).“El destino quería que nos conoceríamos”, le diría Diego después a Violeta, mientras veían el atardecer mientras tomaban vino.

Su historia amorosa empezó justo después de ese tropiezo, nada formal, pero todo muy intenso. Diego se presentó como el hombre ideal: caballeroso, empático, interesante y soltero. Violeta en cambio, se mostró querida como siempre, pero un tanto distante, era muy pronto para volver a creer en el amor.

Los meses pasaban y su historia parecía ir solidificándose, hasta al punto de querer irse a vivir juntos para seguir disfrutándose sin tiempo límite ni restricciones de ningún tipo. Hasta que algo se torció y Violeta recordó lo que su mamá siempre le decía: “de eso tan bueno, no dan tanto”.
Diego empezó a mostrarse distante, a cambiar los planes románticos por excusas baratas, a salir con unas largas y unas cortas. Para todo tenía una excusa que fundamentaba con argumentos válidos, pero que claramente bailaban sobre un piso de mentiras. Violeta a veces se impacientaba, trataba de creerle, pero algo en su interior le decía que él se estaba alejando, que algo pasaba y no entendía qué era.

Así pasaron varios meses, nadando entre excusas y Violeta tragando entero, porque sentía que el amor que tenía que dar era mucho más grande y podría con cualquier cosa. Hasta el día que la noticia le cayó como un baldado de hielo: Diego tenía novia.

“N-O-V-I-A de Diego”, lo que siempre había querido ser y lo que le habían arrebatado así de la nada.

Esa fue la primera dosis de desilusión que sintió Violeta en su relación ‘on-and-off’ con Diego. Y así vinieron varias desilusiones más. Parecía como sí a Diego se le hubiese convertido en un hobby ilusionarla y desilusionarla, parecía como si disfrutara de su dolor y se alimentara de él.

Los poemas y los e-mails emocionales caían como en cascada cuándo Diego la embarraba, porque sabía que era el código secreto para que Violeta cayera de nuevo y estuviera abierta a tener cualquier tipo de interacción emocional con él.

Así iba Diego, aniquilando las emociones de a poquitos, ahogando la esperanza que albergaba Violeta en el corazón de que algún día llegara a funcionar, que algún día estuvieran en la misma sintonía para que por fin pudieran vivir su idilio de amor. Pero ese momento nunca llegó, por lo que Violeta decidió tomar una decisión radical después de tener sus emociones marchitas, a pesar de las lágrimas que derramó varias noches, sus sentimientos ya estaban secos por él, ya no había nada que los hiciera florecer.
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El Premio Nobel de Literatura, José Saramago, nos abre los ojos ante un mundo desconocido con su libro: “Ensayo sobre la ceguera”.

En un minucioso relato, donde la historia se va contando a sí misma de una forma coloquial y sin tantas pretensiones, Saramago logra adentrarnos en un mundo donde la ceguera es reina y la incertidumbre, su fiel servidor.

¿Qué tal quedarse ciego de la noche a la mañana? ¿o mientras leo este libro? ¿o cuándo vuelva a parpadear? Cuando estás sumergido en la historia, pueden que surjan preguntas como éstas y si llegan a surgir, sabes que te has vuelto parte de la historia, que eres un personaje más que está metido en todo el enredo que ha provocado esta ceguera blanca, que se ha ido propagando como un buen chisme por toda la ciudad.
Pero más allá de la ceguera física, está la ceguera emocional que se alimenta hábilmente del miedo, es capaz de poner un telón negro frente a lo que nos negamos a reconocer, de hacernos creer que vemos, cuando en realidad sólo miramos de reojo.

La ceguera de la que habla Saramago no es la ceguera negra que “conocemos”, sino una ceguera opuesta a la tradicional, porque es blanca en vez de negra y está más relacionada con un tema emocional, que físico. Cuando la vida cambia radicalmente, vemos que nuestro instinto de supervivencia es lo único que queda y este instinto es el que logra abrirnos los ojos ante el mundo que tenemos al frente, el universo que nos rodea, pero que curiosamente pasamos por desapercibido. Y puede que aún, viendo con los ojos sanos como los tenemos, aún seamos ciegos ante lo que nos rodea, ante lo que sentimos, ante lo que somos.

A continuación, les dejo las 50 frases que más me gustaron de “Ensayo sobre la ceguera”:
1.    “…la oscuridad en que los ciegos vivían no era, en definitiva, más que la simple ausencia de luz, que lo que llamamos ceguera es algo que se limita a cubrir la apariencia de los seres y de las cosas, dejándonos intactos tras un velo negro”. (Pg.17)
2.    “…hicimos de los ojos una especie de espejos vueltos hacia dentro, con el resultado, muchas veces, de que acababan mostrando sin reserva lo que estábamos tratando de negar con la boca”. (Pg. 29)
3.    “Cuarenta personas dormían o intentaban desesperadamente dormir, algunas suspiraban y murmuraban en sueños, quizá vieran en el sueño aquello que soñaban, tal vez dijeran, Si esto es un sueño, no quiero despertar”. (Pg. 89)
4.    “…pero también es cierto, si eso le sirve de consuelo, que si antes de cada acción pudiésemos prever todas sus consecuencias, nos pusiésemos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias inmediatas, después, las probables, más tarde las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos siquiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos. Los buenos y los malos resultados de nuestros dichos y obras se van distribuyendo, se supone que de forma bastante equilibrada y uniforme, por todos los días del futuro, incluyendo aquellos, infinitos, en los que ya no estaremos aquí para poder comprobarlo, para congratularnos o para pedir perdón, hay quien dice que eso es la inmortalidad”. (Pg. 97)
5.    “Ante la muerte, lo que se espera de la naturaleza es que los rencores pierdan su fuerza y su veneno, cierto es que se dice que odio viejo no cansa”. (Pg. 100)
6.    “…pero seguro que volverá a echarla de menos después de haber comido, cuando el cuerpo se encuentre liberado de servidumbres brutales y egoístas que resultan de la simple, pero imperiosa, necesidad de mantenerse”. (Pg. 101)
7.    “Para éstos, la ceguera no era vivir banalmente rodeado de tinieblas, sino en el interior de una gloria luminosa”. (Pg. 110)
8.    “Todos tenemos nuestros momentos de flaqueza, menos mal que todavía somos capaces de llorar, el llanto muchas veces es una salvación, hay ocasiones en que moriríamos si no llorásemos”. (Pg. 118)
9.    “…así es el mundo, tiene la verdad muchas veces que disfrazarse de mentira para alcanzar sus fines”. (Pg. 150)
10.  “El miedo ciega…, ya éramos ciegos en el momento en que perdimos la vista, el miedo nos cegó, el miedo nos mantendrá ciegos”. (Pg. 156)
11. “La experiencia de la vida y de las vidas cabalmente demuestra que al tiempo no hay quien lo gobierne”. (Pg. 177)
12. “Si siguen así las cosas, acabaremos, una vez más, por llegar a la conclusión de que hasta en los peores males es posible hallar una ración suficiente de bien para que podamos soportar esos males con paciencia”. (Pg. 178)
13. “…pero lo peor fue cuando les dijeron, Tened paciencia, tened paciencia, no hay palabras más duras de oír, mejor los insultos”. (Pg. 193)
14. “…por haber perdido la luz de los ojos, perder también el faro del respeto”. (Pg. 195)
15. “…lo que se hace por propia voluntad cuesta en general menos que lo que se hace por obligación”. (Pg. 196)
16. “…entusiasmadas por tener a los hombres acorralados contra la pared, cogidos en su propia trampa lógica, de la que no podrían escapar, ahora querían ver hasta dónde llegaba la tan pregonada coherencia masculina”. (Pg. 197)
17. “…sabido es que las razones humanas se repiten mucho, y las sinrazones también”. (Pg. 198)
18. “No obstante, cada cosa llegará a su propio tiempo, no por mucho madrugar se muere más temprano”. (Pg. 200)
19. “…las apariencias engañan, y que no es por el aspecto de la cara ni por la presteza del cuerpo por lo que se conoce la fuerza del corazón”. (Pg. 202)
20. “…parece imposible que la fuerza animal del sexo sea tan poderosa, hasta el punto de cegar el olfato, que es el más delicado de los sentidos, siendo así que hay teólogos que dicen, aunque no con estas exactas palabras, que la mayor dificultad para poder vivir razonablemente en el infierno es el hedor que allí hay”. (Pg. 207)
21. “El azar, el hado, la suerte, el destino o como se llame exactamente lo que tantos nombres tiene, están hechos de pura ironía”. (Pg. 213)
22. “Para transportar el pan que como aún me quedan fuerzas, Lo que más pesa es siempre el pan de los otros”. (Pg. 214)
23. “Quien va a morir está ya muerto y no lo sabe, Que hemos de morir es algo que sabemos desde que nacemos, Por eso, en cierto modo, es como si ya hubiéramos nacido muertos”. (Pg. 233)
24. “Así como el hábito no hace al monje, tampoco el cetro hace al rey, es ésta una verdad que conviene no olvidar”. (Pg. 242)
25. “…la ceguera también es esto, vivir en un mundo donde se ha acabado la esperanza”. (Pg. 242)
26. “Esta sincera preocupación muestra qué infundados son los prejuicios de quienes niegan la posibilidad de que existan sentimientos profundos, incluyendo el amor filial, en los casos, desgraciadamente abundantes, de comportamientos irregulares, mayormente en el plano de la moralidad pública”. (Pg. 253)
27. “…hasta este punto puede engañarse el espíritu cuando se rinde a los monstruos que él mismo ha creado”. (Pg. 265)
28. “…cierto es que Dios da nubes cuando hay sed”. (Pg. 269)
29. “Tiene, no obstante, la palabra comida poderes mágicos, mayormente cuando aprieta el apetito, hasta el perro de las lágrimas, que no conoce lenguaje, empezó a mover el rabo”. (Pg. 271)
30. “…las lágrimas qué sentido tienen cuando el mundo ha perdido todo su sentido”. (Pg. 285)
31. “…qué frágil es la vida si la abandonan”. (Pg. 285)
32. “…ciegos de ojos, ciegos de sentimientos, porque los sentimientos con que hemos vivido y que nos hicieron vivir como éramos, nacieron de los ojos que teníamos, sin ojos serán diferentes los sentimientos”. (Pg. 289)
33. “…estas realidades sucias de la vida también deben ser contempladas en un relato, con la tripa en sosiego cualquiera tiene ideas, discute, por ejemplo, si existe una relación directa entre los ojos y los sentimientos, o si el sentido de responsabilidad es consecuencia natural de una buena visión, pero cuando aprieta la barriga, cuando el cuerpo se nos desmanda de dolor y de angustias es cuando se ve el animal que somos”. (Pg. 291)
34. “…por primera vez se preguntó si tenía algún motivo para seguir viviendo. No encontró respuesta, las respuestas no llegan siempre cuando uno las necesita, muchas veces ocurre que quedarse esperando es la única respuesta posible”. (Pg. 299)
35. “…es comprensible que alguien pregunte cómo se sabe que estas cosas ocurrieron así y no de otra manera, la respuesta es que todos los relatos son como los de la creación del universo, nadie estaba allí, nadie asistió al evento, pero todos sabemos lo que ocurrió”. (Pg. 304)
36. “…luego volvió a la sala, donde estaba el candil, iba a ser útil por primera vez desde que lo fabricaron, al principio no parecía que éste fuera su destino, pero ninguno de nosotros, candiles, perros o humanos, sabe, al principio, todo aquello para lo que venimos al mundo”. (Pg. 314)
37. “…gestos como éste indican hasta qué punto el descanso del cuerpo puede contribuir a la armonía de los espíritus”. (Pg. 315)
38. “…lo cierto y lo equivocado son sólo modos diferentes de entender nuestra relación con los demás, no la que tenemos con nosotros mismos, en ésa no hay que confiar”. (Pg. 316)
39. “Dentro de nosotros hay algo que no tiene nombre, esa cosa es lo que somos”. (Pg. 316)
40. “…los dormidos suspiraban y murmuraban, Este sueño no es mío, decían, pero el sueño respondía, No conoces aún tus sueños”. (Pg. 318)
41. “El viejo de la venda negra no respondió, sólo pensó que había tenido razón al no creer en la razón”. (Pg. 326)
42. “Guarda lo que no sirve y encontrarás lo que necesites, le había dicho su abuela”. (Pg. 329)
43. “…un escritor acaba por tener en la vida la paciencia que necesitó para escribir”. (Pg. 333)
44. “…Quiero decir que tenemos sentimientos de menos, O los tenemos, pero dejamos de usar la palabra que los expresan, Y, en consecuencia, los perdemos”. (Pg. 334)
45. “…Un escritor es como otra persona cualquiera, no puede saberlo todo, ni puede vivirlo todo, tiene que preguntar e imaginar”. (Pg. 334)
46. “Una organización, el cuerpo también es un sistema organizado, está vivo mientras mantiene organizado, la muerte no es más que el efecto de una desorganización”. (Pg. 339)
47. “…Creo que vamos a morir todos, es cuestión de tiempo, Morir siempre es una cuestión de tiempo, dijo el médico”. (Pg. 339)
48. “…El único milagro a nuestro alcance es seguir viviendo, dijo la mujer, amparar la fragilidad de la vida un día tras otro, como si fuera ella la ciega, la que no sabe adónde ir, y quizá sea así, quizá realmente la vida no lo sepa, se entregó a nuestras manos tras habernos hecho inteligentes, y a esto la hemos traído”. (Pg. 341)
49. “Bien cierto es que lo difícil no es vivir con las personas, lo difícil es comprenderlas”. (Pg. 345)
50. “…porque los libros del mundo, todos juntos, son como dicen que es el universo, infinitos”. (Pg. 349)
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Tenía una corona, pero no era cualquiera.

No sabía cómo había sucedido, pero estaba ahí, frente a quién-sabe-cuántos-mortales más haciendo fila para ser descartada como un desecho cualquiera, de esos ordinarios, que no se pueden reciclar; o para ser elevada como un ser superior, inmune a la peste que estaba envolviendo el mundo. 

Cada paso que daba aumentaba la angustia, la incertidumbre de lo que yo era, o bueno, de lo que estaba “dispuesta” a convertirme. Cada paso eliminaba o empoderaba mi futuro.
Aunque pensándolo bien, ya en este punto no tenía poder de decisión, me tocaba aceptar cualquier orden que me dieran, habíamos perdido todos, el derecho natural de decidir sobre nuestras propias vidas.

Mientras miles de pensamientos, se mezclaban con el latir de la ansiedad que lo nublaba todo, llegó mi turno. 

Una enfermera sacó el termómetro moderno que medía la temperatura a la velocidad de la luz y lo puso sobre mi mano…

Miedo. Ansiedad. Visaje de optimismo.

No le entendí lo que me dijo, pero las indicaciones por señales eran inconfundibles: tenía que pasar al lado de los posibles infectados. Me acababa de convertir en un desecho que aún respiraba y se movía.

Me sentí aislada, enferma, una amenaza. ¿Estaría enferma o era una equivocación? ¿La alta temperatura que había registrado sería por la cantidad de capas de ropa que llevaba encima?

Y…

Empezaron las órdenes:
1.    Siempre estarán vigilados
2.    Para ir al baño, necesitan ir encadenados con otra persona de seguridad.
3.    No pueden hacer actividades como antes. 

(milagro no se nos prohibió respirar)
Estábamos posiblemente infectados por lo que deberíamos apartarnos del mundo sano…y tal vez…morir todos aglomerados y castigados por el mismo virus. 

Tanto que deseé la corona de la victoria en todo lo que hacía, que terminé ganándome una indeseada la del Coronavirus. 

Se sentía como una sentencia de muerte. Sentir toser a alguien cerca de ti, era esperar lo peor, era un juego psicológico dañino y agotador. 

Ir al baño, podría ser la experiencia más inhumana que había vivido en mi vida. Ir acompañado de alguien, que no conoces, que te lleva como un animal sin derecho a la privacidad. ¿Acaso pensaban que nos íbamos a fugar por el inodoro?

mmm…escape, fuga, salida, ¡LIBERTAD! ¿Cómo sería estar libre de nuevo? ¿Estaría loca tan sólo pensar en una posible fuga? ¿Quiénes se atreverían a acompañarme? 

Pasaron los días y, por fin, llegaba el momento de llevar a cabo, el plan que habíamos creado entre Mateo, Lauren y yo: aprovecharíamos la noche para salir de aquel lugar. 
No sabíamos si era solsticio de verano o la ansiedad lo había vuelto más largo, pero el día se sentía eee-ttt-eee-rrr-nnn-ooo. Cada segundo era un milenio.

Cayó el sol, entró la luna a cumplir su turno y nosotros aprovechamos la falta de luz y de movimiento para caminar hacía la salida.

Salimos de nuestro cubículo y todo era extraño. Muy raro que, dentro de ese búnker de tantas reglas y órdenes, no tuviera tanta vigilancia. ¿Nos capturarían?
Estando en un país, donde no puedes escapar a las cámaras y donde la privacidad está revaluada, cualquier cosa podría pasar. 

Pero aún así, muertos de miedo, cruzamos la salida, esa puerta con cerca de metal que nos habían tenido encerrados por tanto tiempo, sin opción a cuestionar nada.

Las preguntas llegaban como un aguacero inesperado: ¿Estaríamos realmente enfermos y estaríamos cometiendo un atentado a la sociedad que estaba saludable? No lo sabíamos, pero tampoco sabíamos si estábamos realmente infectados, todo era una incertidumbre, como la vida misma.
Salimos lo más cauteloso posible. Mirábamos para un lado y para el otro, asegurándonos de no ver a nadie y de no ser vistos. 

La calle estaba oscura y fría. Nos sentíamos extasiados de felicidad, pero también de terror. Caminamos no sé cuántas horas hasta que los pies los dejamos de sentir. 
Caminábamos por una ciudad fantasma, inhabitada, silenciosa, huérfana de calor humano, ¿se habían ido todos?

Las preguntas invadían nuestras cabezas, pero el cansacio era tan grande que las palabras quedaban privadas de libertad. 
Por fin, decidimos dormir lo que quedaba de la noche en una casa que estaba justo al lado de un mini-mercado; sería bueno descansar para pensar bien cómo íbamos a seguir, a dónde iríamos. 

Aunque estábamos aparentemente libres, la libertad que vivíamos no se saboreaba como la habíamos vivido antes. Para mi, sabía a mango biche con sal, caminando por la playa de Santa Marta, dejándome llevar por el ritmo de las olas del mar. La nostalgia me invadió, pero las ganas de volver a sentirme segura, se apoderaron de mi, dándome energía para seguir. 

Lauren y Mateo se habían despertado, un poco confundidos por el cambio de lugar y el cansancio. Nos sentamos un momento en silencio, pensativos y dubitativos: ¿qué deberíamos hacer? No había mayor plan, sino que esperar unas horas más, para entender cómo era el movimiento de la ciudad, estar en un país ajeno lo hacía todo más complicado. 

Esperamos. La ciudad parecía fantasmagórica también de día. Teníamos hambre, pero no queríamos arriesgarnos a salir y quedar expuestos. Empezó a caer el atardecer en la ciudad y nos lanzamos a la calle, decidimos que íbamos a andar como si nada pasara. A la final, nada podría ser peor que estar encerrados sin saber sí estábamos contagiados o no y ser tratados como bacterias. 

Pasamos 2, 3 personas y nadie nos miró con asombro, porque estaban -afortunadamente- absortos en su celular. Logramos llegar a un refugio donde le daban comida gratis a la gente y cama dónde dormir.

Estábamos rodeados de gente que estaban esperando a ser pedidos por sus países para volver a casa. Llegamos al lugar que era. Se sentía paz, tranquilidad, seguridad al saber que íbamos a ser rescatados por nuestros gobiernos. 

Estábamos a punto de dormirnos cuando Lauren soltó una tos seca. 

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Siempre que viajo me gusta comprar libros y especialmente de autores de ese país. Así que estando en España este año, me encontré con una novelista de Barcelona llamada Vanessa Montfort y su último libro: El Sueño de la Crisálida.

Me causó curiosidad desde la portada -tengo que admitirlo- y después de leer un poco sobre el tema que trataba, me terminó convenciendo del todo: una historia sobre evolución personal, teniendo en cuenta que todos tenemos la capacidad de cambiar y de crecer, sólo hay que ser conscientes del cambio que se quiere.

Aquí dejo las 22 frases que me llamaron la atención de la novela:

  1. Pero la primera crisálida también tuvo que soñar sus alas (Pg.12) 
  2. Los indios creen que cada uno tiene un animal en que te conviertes para sobrevivir (Pg.27)  
  3. Confía e invierte también en esto. -Y se toca el pecho-. Puedes estar perdiéndote lo más importante. (Pg.42) 
  4. El infierno es despertarte y que las personas que te rodean te hagan sentir en peligro. (Pg.148) 
  5. Que expresar los sentimientos se percibe como signo de valentía y seguridad en uno mismo. Que ocultarlos señala públicamente una gran debilidad tuya: el miedo. (Pg.167) 
  6. No se puede llevar toda la vida una doble moral. En la vejez sale lo que has reprimido toda una vida. (Pg.187) 
  7. La pobreza es tan fácil de olvidar...(Pg.267) 
  8. La culpa es una bomba atómica. Eso quiero decir. Una onda expansiva que destruye mucho más allá de su objetivo y cuya radioactividad enferma el ecosistema de un ser humano durante demasiado tiempo. (Pg.267) 
  9. Soy consciente de que yo soy parte de esa sociedad cansada. Esa que se cree libre. Esa que baila al son del 'sí se puede' y del 'tengo que poder' hasta que caigamos en la depresión del 'no puedo no poder más'. La obligación del rendir y la culpa si no puedo. (Pg.309) 
  10. ..la sociedad enferma que describe el filósofo. Uno que necesita sobrestímulos para seguir en esa sociedad del dopaje, da igual que sea cocaína que un cóctel de vitaminas y probióticos, la gasolina para que la máquina siga rindiendo, o bien no seguir y caer en la angustia. (Pg.322)
  11. Procastinar es un mal vicio, ese que dices que tienes, pero ¿sabes una cosa? Es peor cuando lo que se pospone es la vida. (Pg.323) 
  12. No quiero ser una de esas que dicen: “Cuando pueda y me jubile, ya haré lo que me gusta”. Quiero ser capaz de disfrutar el presente y de soñar con el futuro, llegue o no llegue. (Pg.323) 
  13. Hay que tener cuidado con lo que designamos como felicidad porque a partir de ese momento vamos a buscarlo como locos. Incluso puedes dedicar tu vida a ello y, un día, si tienes la fortuna de alcanzarla, puedes que llegues a la conclusión de que te hace incluso infeliz. (Pg.324) 
  14. El amor y el silencio purifican el espíritu, como el fuego. (Pg.327) 
  15. Informar de cada episodio cotidiano es pedir el beneplácito del otro sobre nuestra ficción photoshopeada de nuestra existencia. (Pg.331) 
  16. Una mente poco trabajada siempre busca culpables en lo demás. (Pg.334) 
  17. La verdadera vocación se abre paso, como el agua. (Pg.351) 
  18. Cómo odio mis valores, esos que me dejaron indefensa, porque en el fondo no te cabe en la cabeza que puedan existir personas que no los tienen. (Pg.351) 
  19. Y es que vivir aterrorizados por si algo sale mal te convierte en un incapacitado para disfrutar del durante. (Pg.353) 
  20. Saber decir NO llena la vida de vida. (Pg.385)  
  21. A veces no te enamoras solo de la persona sino por el momento en que la encuentras. (Pg.487) 
  22. Un dolor emocional puede herir las neuronas. Está demostrado. Las heridas del corazón existen. Sólo que están en el cerebro. (Pg.525) 


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Viajar siempre suele ser un plan extraordinario, porque empiezas a emocionarte con lo nuevo, con el cambio de ambiente, de clima, de culturas y hasta de sabores. 
Todo es estupendo, hasta que empiezas a estresarte por nimiedades, como por ejemplo, que se te está quedando algo importante, pero bueno, a la final piensas que cualquier cosa que hayas dejado, la puedes conseguir en el destino que visitarás. 

Y en este viaje en particular, todo estaba perfecto: 
1.    Pasajes comprados a buen precio (check)
2.    Hoteles reservados (check)
3.    Lista de restaurantes para conocer (check)
4.    Lista de planes para hacer en la ciudad y alrededores (check)
5.    Visa (check)
6.    Maletas listas (check)

Eran las 6:00 p.m. y nos encontrábamos en el aeropuerto rumbo a Cape Town. Habíamos recién pasado migración y estábamos tomando nuestro último café del día, mientras esperábamos a que saliera el avión. 

De repente, algo nos llamó la atención: los pasajeros del vuelo anterior estaban devolviéndose después de haber abordado, porque algo había pasado con el piloto, o bueno, eso fue lo que escuchamos. Y curiosamente, cuando ves que algo ‘negativo’ le pasa a otro, sientes cierto alivio de pensar que no estás en su lugar y así reaccionamos, como simples humanos, sin saber lo que el destino nos tenía preparado más adelante.  

7:00 p.m. y empezamos a abordar. Pensamos que lo más ‘raro’ del día, le había pasado a los pasajeros del vuelo anterior, pero nuestro viaje empezó a tornarse extraño cuando el capitán, entre risa y chanza, dijo que iba a empezar a re-organizar los puestos. Mi esposo y yo nos miramos con caras extrañadas. 

El avión de por sí, no venía con la separación tradicional de clase ‘turista’ y ‘business’, sino, de sillas grises adelante y vinotinto atrás. El capitán organizó todo, de una manera bastante sexista: mujeres adelante, hombres atrás. 
Pasaron las primeras 2 horas y todo iba relativamente normal, pese a los comentarios fuera de tono del capitán. 

Llegando casi a la tercera hora de vuelo, entramos en una tormenta fuerte. No recuerdo haber visto nunca antes, unas nubes tan grises, tan oscuras y tan bien definidas. Empezó a llover fuerte. El piloto, como un psicópata lleno de adrenalina, se entusiasmó tanto con la tormenta, que empezó a abrir partes del avión para que pudiéramos disfrutar de la tormenta desde adentro. Los hombres parecían eufóricos también con la tormenta y las mujeres sólo volteábamos a mirar con desconcierto la razón por la cuál los hombres la estaban pasando tan bien.

De la nada, el capitán anunció: “¡Qué tormenta tan espectacular! Es hora que saquen sus paraguas para ayudar a mantener la suspensión necesaria del avión”. 

¿Paraguas? ¿Estaba loco? ¿Se iba a caer el avión? ¿Saldríamos volando todos?

Los hombres, que a este punto parecían títeres del capitán, se levantaron de sus asientos, abrieron el escaparate donde estaba el equipaje – que por cierto, quedaba arriba en el techo y no en los lados laterales encima de los asientos – y empezaron a sacar los paraguas. 
Mi esposo no cabía de la felicidad y sacó mi paraguas fucsia, los otros hombres también sacaron sus paraguas, aunque yo sólo tenía ojos para ver todo lo que mi esposo hacía. Lo raro era, que mientras los hombres parecían tener exceso de energía y alegría, nosotras las mujeres, parecíamos estatuas con un cerebro en funcionamiento.

Todo pasó muy rápido, pero lento al mismo tiempo. Es raro de explicar, pero de la nada, tras un anunció del capitán psicópata, los hombres desaparecieron tras un chiflón, que se habría podido llevar a medio avión. Yo estaba en shock. No podía pensar, ni llorar, ni sentir. Parecía como si me hubiese convertido en una estatua en un microsegundo. La imagen de los hombres volando a millón por hora, como palomitas de maíz lanzadas a un tifón, parecía una pesadilla de mal gusto.

El ambiente se inundó de gritos, llanto alborotado, maldiciones hacía el capitán, el co-piloto, la tripulación, la vida, en fin, hacía todo. Y mientras tanto, el capitán sólo se reía.

No sé cuánto tiempo pasó, perdí la noción del tiempo. Íbamos a aterrizar, pero el capitán parecía no tener suficiente de las bromas pesadas y empezó a bajar de altura y anunció: “¿Alguna vez han aterrizado sobre palmeras? Bueno, ésta será su primera vez”.

Volví a sentir algo: miedo. Porque, aunque parte de mi se sentía muerta, siempre el instinto de supervivencia te hace reaccionar, te devuelve -así sea por un segundo- las ganas de vivir y aferrarte a la vida.  Me dio miedo morir de esa forma tan cruel, siendo anunciada tan vilmente por un capitán suicida. 

¿Quién iba a imaginar que nuestro viaje a Cape Town iba a terminar siendo un viaje a la eternidad sin tiquete de regreso? 
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En este libro, que contiene una recopilación de 43 cuentos que Lucia Berlin escribió a lo largo de su vida, podemos apreciar su genialidad a la hora de convertir con facilidad los momentos cotidianos en relatos excepcionales e inolvidables. “Manual Para Mujeres De La Limpieza” es literalmente un manual para conocer la magia de Lucia Berlin, apreciar su trabajo, enamorarse de su forma de ver la vida y de plasmarla en papel.

En los cuentos de Berlin es común encontrarse con frases controversiales escritas de una forma dulce o graciosa, mostrando cierto humor negro. Y es que la vida de Berlin fue como de película, cargada de momentos inesperados, de historias demasiado ‘locas’ o trágicas como para ser verdad, pero como ella misma escribió en “Silencio”: “No me importa contar cosas terribles si consigo hacerlas divertidas” …y no se equivocó, ella logra divertirlo a uno con sus ocurrencias por más trágicas que parezcan. Cada cuento es un viaje a un escenario inesperado y a un final que no esperas ni puedes premeditar, es un boleto a enamorarse de la cotidianidad y entender que ahí es donde radica la belleza de la vida.

De Lucia, me quedo con varios cuentos favoritos y con ganas de volver a releer sus cuentos, sacarle más provecho a cada historia. Uno de mis favoritos, sin duda fue “Manual Para Mujeres de La Limpieza”, “Volver al Hogar” y “Silencio”, pero en realidad disfruté cada uno de sus cuentos y sobretodo donde aparecía el personaje de Sally, quién en cierto sentido representaba a la hermana real de Lucia.

Aquí comparto 24 frases que me gustaron de sus cuentos:

Dolor Fantasma 
  • Se te escapan las mentiras entre los dientes. 
  • Nunca he entendido cómo es posible que tanta gente prácticamente iletrada pueda leer la Biblia con tanto ahínco. Hace falta valor. De la misma manera, me sorprende que las costureras sin estudios del mundo entero se las ingenien para poner una manga y una cremallera. 
Apuntes de la sala de urgencias, 1977
  • Una cosa sé de la muerte. Cuánto mejor es la persona, cuanto más cariñosa, feliz y compresiva, menor es el vacío que deja su muerte. 
  • El miedo, la pobreza, el alcoholismo, la soledad son enfermedades terminales. Urgencias, de hecho. 
Temps Perdu 
  • ¿Y si nuestro cuerpo fuera transparente, como la puerta de una lavadora? Qué prodigio, observarnos por dentro. Los deportistas correrían con más ahínco, bombardeando sangre a toda máquina. Los amantes harían más el amor. ¡Hostia! ¡Mira esa descarga de semen! Las dietas mejorarían: kiwi y fresas, remolacha cocida con crema agria. 
Inmanejable
  • En la profunda noche oscura del alma las licorerías y los bares están cerrados. 

Atracción Sexual 
  • Un principio básico de la seducción, me explicó, es trabajar en solitario. Da igual que la otra mujer sea guapa o fea: simplemente retrasaba y complicaba cualquier operación. 

Penas 
  •  ¿Sabes una cosa que he aprendido en la vida? La mayoría de la gente no se fija en nada, y si se fija, no le importa. 

Triste idiota 
  • La soledad es un concepto anglosajón. En Ciudad de México, si eres el único pasajero en un autobús y alguien sube, no sólo se sentará a tu lado sino que se recostará en ti. 
  • -Me tratan con respeto, ¡como a un hombre! 
  • Recorrimos la calle de arriba abajo, mirando los escaparates de restaurantes estupendos, pero a todos les sacaba alguna pega. Uno era demasiado elegante. Decidí que a partir de entonces diría <> en lugar de <>. ¡Oh, mira, ha llegado mi elegante factura de teléfono! 
Luto
  • La muerte cura, nos dice que perdonemos, nos recuerda que no queremos morir solos. 

Panteón de Dolores 
  • Mamá, tú veías la fealdad y el mal en todas partes, en todo el mundo, en todos los lugares. ¿Estabas loca o eras una visionaria? Qué más da: no soporto la idea de acabar como tú. Me da mucho miedo, estoy perdiendo el sentido de lo que es...precioso, verdadero.
Hasta la vista
  • Por supuesto que aquí también soy yo misma, y tengo una nueva familia, nuevos gatos, nuevas bromas...pero sigo tratando de recordar quién era en inglés. 
Silencio 
  • Exagero mucho, y a menudo mezclo la realidad con la ficción, pero de hecho nunca miento. 
  • No me importa contar cosas terribles si consigo hacerlas divertidas. 

Y llegó el sábado 
  • El dolor es de la conciencia de que la felicidad no durará. 
  • Es cuestión de superar la realidad, de crear nuestra propia verdad. 

Espera un momento
  • El problema es que cuando vuelves a la vida normal, todas las rutinas, las marcas del día a día parecen mentiras sin sentido. Todo es sospechoso, una trampa para adormecernos, para volver a arroparnos en la plácida inexorabilidad del tiempo. 
  • La muerte ronda alrededor mientras esperas a que se haga la noche y luego esperas que se haga la mañana. Cada día te vas despidiendo un poco.
  • Todos tenemos nuestros álbumes de recortes mentales. Planos congelados. Instantáneas de gente a la que amamos en distintos momentos. 
  • Hablar con el gato no es tan rato, pero me siento ridícula, porque el mío está completamente sordo. 
Volver al hogar 
  • ¿Qué más me he perdido? ¿Cuántas veces en mi vida he estado, digámoslo así, en el porche de atrás y no en el delante? ¿Qué me habrían dicho que no alcancé a escuchar? ¿Qué amor pudo haberse dado que no sentí? Son preguntas inútiles. La única razón por la que he vivido tanto tiempo es porque fui soltando lastre del pasado. Cierro la puerta a la pena al pesar al remordimiento.
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Hay días en los que tu energía está tan recargada de cosas positivas, de pensamientos bonitos y de ideas emocionantes, que tu alrededor instantáneamente se convierte en un escenario encantador y alucinante. 
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Publicista, amante de los libros, el café y los brownies. Escribo siempre que tengo una historia que contar.

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