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Eran de esos días divertidos en que todo el mundo sonríe gracias al buen clima que se apodera de la ciudad. Por eso, habíamos decidido salir en plan de amigas para disfrutar el sábado de una forma diferente. 

Estábamos todas entusiasmadas por las rebajas que sobresalían en cada almacén y nos arrebatábamos a escoger lo mejor para hacerlo parte de nuestro gran aliado, el clóset. 

Todo parecía tan normal, que nadie se imaginaba que algo extraordinario podría pasar. 

Una de nuestras amigas, la más loca, nos llevó por un lado desconocido del centro comercial. Todas nos mirabámos extrañadas, pero no podíamos parar de seguirla y entusiasmarnos por lo desconocido. Llegamos a un local oscuro y lleno de imágenes psicodélicas. Habían unas personas sentadas con miradas cargadas de información esotérica. 
No sabíamos para qué habíamos ido hasta allá, aunque sólo bastó algunos minutos para que nuestra amiga nos explicará en dónde estábamos. Según ella, era un sitio 'espectacular' donde leían las cartas. 

La verdad, la idea nos aterraba. ¿Qué tal que ese tipo de cosas nos trajera situaciones negativas a nuestras vidas? Pero, como dicen por ahí "la curiosidad mató al gato" y en este caso, mató nuestro miedo. 

Me senté en el puesto de una señora robusta, sería y tranquila. Me miraba con cara de "yo sé muchas cosas de ti, que nisiquiera tú sabes". Eso me inquietaba bastante, pero ya no había forma de escapar. 

Puso las cartas sobre la mesa y me miró. Mi curiosidad ya me estaba causando estragos, cuando de repente, esa mujer comenzó a convertirse en un hombre apuesto, rubio y de ojos claros. Mi asombro hacía que mis ojos crecieran y crecieran para tratar de ver todo lo que no acababa de entender. 

El hombre apuesto, antes la señora robusta, pronunció una única frase que me dejó pensativa por muchas horas: "El que con basura anda, en basura se convierte".


Foto vía:macsmagazine.com
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Estábamos en Ámsterdam, la cautivadora capital de los Países Bajos, visitando un museo-tienda en la zona más popular de la ciudad.
Nuestra guía era joven y carismática, llevaba a todo el mundo a vivir diferentes experiencias a través de cada obra de arte. En un momento en el que estábamos fascinados por una propuesta artística, la guía dijo: “ ¡Vengan, les tengo una nube abrazable!”. 

“¿NUBE ABRAZABLE?” (Huggable cloud?)…¿Habré escuchado bien?

La seguimos con cierta incertidumbre hacía el lugar donde estaba la “Huggable Cloud”. Al llegar al segundo piso, la guía nos llevó hasta un pequeño balconcito donde nos enfiló para contarnos sobre la nube.

“Aquí está la ‘Huggable Cloud’. Una nube que emite sonidos y se mueve. ¡Es como si estuviera viva!” – Afirmó la guía.

¡Era cierto! Ahí estaba una nube que se movía en su transparencia y hacía ruidos graves, ahí estaba cercada como una de las obras más importantes del museo. Estaba encerrada como si la nube tuviera ganas y razones para escapar.

Después de un par de segundos de estar observando y analizando la nube que vivía en la tierra, todo su espacio adquirió un tono blancuzco que nos llenó de intriga y miedo.

-¿Acaso la famosa nube era mala?-

Sin tener tiempo de pensar o entender lo que estaba pasando, de esa sábana blanca, salió un oso polar agresivo. Todos nos asustamos tanto, que no gritábamos porque sólo teníamos fuerzas para correr.

El oso polar persiguió a una mujer que consideró sería su mejor caza. Mis amigos y yo nos salvamos de su ataque, por lo que queríamos irnos de aquel lugar lo más pronto posible.
Mi propuesta era irnos en un taxi, pero la guía dijo que nos saldría por 48 euros, así que decidimos irnos en bus.

¿Cómo podía existir una nube con vida propia? ¿Por qué habría un oso polar viviendo en una nube?


Todo parece muy confuso. Pero hasta en las situaciones cotidianas suceden las cosas más inesperadas, porque de vez en cuando no es necesario entender o explicar todo, sólo basta con aceptar y vivir.
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El tiempo pasó y dejamos que el silencio se apoderara de nosotros. El silencio, aquel que entiende el poder de las palabras, tanto, para preferirlas insonoras. 

El silencio es como una nube, se puede ver, percibir, pero nunca será palpable. Tiene esa característica mítica de las cosas que existen en la tierra, pero que son difíciles de entender y explicar, como el tiempo, los sueños, los recuerdos, tú y yo. 

Dejamos que una nube se metiera entre nosotros dos. La dejamos y la alimentamos con millones de palabras insonoras, con miedos, con orgullo, con rabia y hasta con nostalgia. Le pusimos 'mute' a los sueños y a las situaciones por venir.

Entre tú y yo vive una nube, pero como toda las cosas que nacen, algún día deben morir. Por ahora, sigamos alimentándola con recuerdos afónicos y sonrisas mudas. 
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Un día cualquiera, cuando el sol alumbraba con más fuerza en esa ciudad mítica, él decidió hablarle a ella, la mujer que encontraba más hermosa en todo el universo.

-Él era un hombre arriesgado en los negocios, pero tímido en el amor. Él soñaba con ella, pero no sabía si ella soñaba con él.

Ella era una mujer misteriosa y soñadora. Nunca dejaba entrever sus sentimientos y mucho menos sus pensamientos-.

El sol, con el pasar de cada minuto, se hacía más intenso y las nubes aguantaban sus ganas de llover. No se sabe si fue el clima, el que logró causar un efecto en él o si fue ella la que lo sedujo e indujo a la conversación, la primera que habría entre ellos 2.

Estaban en el hotel de la familia de ella, cuando él pasó por su lado y se dejó llevar por su sonrisa. Ahí su timidez se derritió y su lado arriesgado salió a jugar en el partido de la conquista.
Ella lo miraba con incertidumbre, mientras él se presentaba como un principe encantado. Él estaba feliz de estar hablando con la mujer que siempre había soñado y ella estaba entretenida con la conversación, pero un tanto asombrada con la situación.

El tiempo pasó y mientras que el sol le daba la bienvenida a la luna, él y ella seguían sumergidos en una conversación que parecía no tener fin.

¿De qué hablarían? Sólo ellos lo sabrían.

El paso de las horas aumentaba el impulso de él por conquistarla a ella. Le ofreció un whisky y ella lo aceptó. Después, sus ganas de tenerla más cerca, lo llevaron a sacarla a bailar una canción lenta y seductora, pero ella lo entendió todo y dijo: "mejor no".

Ella siempre fue clara, él sabia todo, pero tal vez no quería aceptarlo, porque aún cuando las cosas son tan evidentes, nuestros más íntimos deseos nos hacen camuflar las evidencias para vivir en la realidad que queremos y no en la que está frente a nosotros.

Él se fue con la verdad de ella a vivir de nuevo en la fría ciudad que lo vio nacer y ella siguió su vida en la ciudad mítica, construyendo sueños junto al mar.
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Estábamos de viaje con mis hermanas en uno de los lugares más paradisíacos del mundo. En una isla donde la belleza del mar se colaba por todas partes para llenarlo a uno de tranquilidad y estabilidad. 

En la isla donde disfrutábamos de unas cortas vacaciones era imposible pasarla mal o traer sentimientos negativos a colación, porque rodeadas de tanta belleza, era arbitrario hacerlo. 

Pasamos mucho tiempo disfrutando de las piscinas llenas de túneles y aunque nunca nos cansamos, también queríamos disfrutar del mar. 

Llegamos a la orilla del mar, no había nadie en el agua porque debían esperar a escuchar las palabras de un señor...tal vez, de un entrenador. Nunca antes habíamos recibido órdenes para poder sumergirnos en el mar, pero decidimos seguirlas. El entrenador hablaba suave y claro y dijo: "Antes de sumegirse en el mar, tengan en cuenta que deben tener pensamientos positivos, porque todo lo que ustedes le entregan al mar, el mar se los devuelve".


Foto vía: fucsia.cl
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No fue fácil aceptar mi culpabilidad, 
aunque tal vez el problema no fui yo...ni tu. 
Sólo sé que las cosas están hechas en su lugar y hora 
y nos olvidamos de eso, prefiriendo decir "después". 

Muy tarde nos vinimos a dar cuenta 
que de nada sirve escondernos en el "después". 

Nos ocultamos tras nuestros miedos, 
tal vez, temiendo a ser heridos otra vez 
y confiamos en que "mañana" todo sería mejor. 

Pero nos olvidamos que el mañana es incierto
y no nos pertenece; 
Olvidamos que lo que no es ahora, 
probablemente no sea después; 
Olvidamos que el pasado condena, 
que el futuro es incierto y el presente es lo único que tenemos.

Decidimos olvidar, porque era más fácil que vivir.
Nos perdimos en historias diferentes, 
tu en la racional y yo en la emocional. 
Decidimos dejarnos en el pasado,
porque siempre es más fácil recordar que imaginar. 
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Todos sabemos que son escasas las cosas que duran para siempre, como las amistades tipo Pan Bimbo que ni el tiempo las daña o aquellas relaciones de amor que están hechas en la fábrica de Twinkie, porque no conocen el término “caducidad”. Pero, por lo mismo que son pocas las cosas que duran en esta vida, es que vivimos decepciones a diario que no veíamos venir, porque nos rehusábamos a usar gafas, cuando la miopía ya era evidente. 

Vamos por la vida, caminando junto a personas que creemos verdaderos amigos porque nos acompañan, de vez en cuando, en situaciones importantes y nos hacen creer que están ahí para lo que necesitemos, pero siempre llega un día en que te das cuenta que no haces parte de esa misma bolsa de pan tajado que dura eternidades, porque el conservante de esa persona simplemente es muy distinto al tuyo. 

En el afán en el que vivimos, decidimos caminar con perfectos (des)conocidos que en algún momento se voltean, con una cara que nunca habías visto, porque se han quitado la máscara que tanto les pesaba y te das cuenta, por primera vez en la vida, que ibas como Mr. Magoo, viendo menos de lo que querías, menos de lo que creías. 

Así vamos caminando por la vida a lo Quincy Magoo, confundiendo amigos con enemigos, amistad por conveniencia y realidades por ficciones.


Foto vía: http://th03.deviantart.net
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Las personas van y vienen como las olas del mar, a veces rápidas, a veces lentas, otras veces fuertes y en ocaciones suaves. 


Yo quería que tú fueras esa ola que golpeó contra la orilla y murió en la dulce arena blanca, donde tus sueños y los mios se unían en uno solo y crecían, como crecen las estrellas de mar, 'solitarias' y tranquilas. 

Pero un día cualquiera, el día más inesperado, esa ola que llegó con tanta fuerza, carisma y dulzura, se cansó de querer construir el castillo de arena, el más grande de todos y se dejó llevar por el miedo de lo que se compromete cuando uno abandona la tranquilidad, que solo la da
el mar abierto.
Esa ola dio un "adiós" seco a lo que alguna vez quiso tanto y prefirió dejar el castillo de arena a medio hacer, porque las preguntas pudieron más y lograron secuestrarla en la inmensidad de las dudas, que a veces resultan buenas, pero a ratos llevan el amargo sabor de la traición. 

Díficil saber si la misma ola vuelve, díficil volver sin cambiar, si el mar como la vida, logran revolcar emociones, dudas, pensamientos y sueños. Díficil volver a encontrarnos en el mismo momento, en que tú te sentías como la ola que nunca se fue y yo como la arena que nunca quiso que te fueras.
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Sábado en la mañana, trabajo de fin de semana y un sol caribeño que provoca estar en la calle disfrutando del buen clima. 

Mariana y Margarita caminan por la calle que las guía a la oficina donde deben cumplir la jornada laboral sabatina. Ellas se sienten nerviosas porque no saben cómo va a ser. Sus corazones palpitan con intensidad, a medida que se van acercando al lugar. 

 -Aún cuando es sábado, todos parecen estar felices de estar ahí trabajando– 

Al llegar, Mariana y Margarita aprovechan que el ascensor se acaba de abrir para subir a donde las están esperando, pero hay un problema, el ascensor no es un ascensor tradicional, sino que pasa los límites de la innovación y de la creatividad. 

 - Son botones redondos y muy grandes. Cada uno produce un sonido bastante armónico y para llegar al piso que se desea, toca marcar una clave que termina componiendo una cancioncita, corta y pegajosa-

“¿Y la clave?” pregunta Mariana, pero Margarita está tan concentrada en los sonidos y colores que se producen al presionar las teclas, que no le responde. 

Otro piso, ninguno como los otros que se habían dejado entrever. Entra un hombre alto y sonriente y saluda a Mariana con una frase que la deja fría. “Hola, amor de mi vida”. Silencio y asombro se unen al grupo, unificando la sensación de todos los que estaban ahí. Mariana lo mira y logra intimidarlo tanto que él, en par segundos, la deja de mirar, pero no se detiene y decide saludarla de beso en el cachete, un simple gesto que los uniría por el resto de sus cortas existencias. 
El hombre apuesto se sabe la clave del piso al que Mariana y Margarita necesitan ir y la marca. Es un piso donde abunda la creatividad, los colores, los juegos, la diversión y la gente feliz. El piso de repente se convierte en un campo abierto, donde la naturaleza muestra lo mejor de sí y los lagos adornan la hermosa vista, que alguien, alguna vez creó. 

¿Dónde está Mariana y el amor de su vida? ¿Por qué hay tanta belleza reunida en un solo lugar? 

La preguntas se disipan, mientras que Mariana ahora se encuentra en su cuarto, frente a un amor que creyó había perdido en el pasado. Un amor preocupado y que sufre porque aún, cuando ama a la mujer con la que habla por celular, no cree estar preparado para afrontar retos. La mujer lo reta, él agacha la cabeza y dice que pensaba aceptar el reto, pero que simplemente en este momento de su vida, no puede. Él sufre, ella no entiende, Mariana sólo ve la situación. 
La líneas de preocupación que marcan su frente, se van planchado con la mano de Mariana y aún cuando él no puede dejar la ansiedad de lado, se siente protegido por el amor que alguna vez dejó escapar por la ventana. 

Una pluma naranja en la mesita de noche, un sueño que contar y una historia por vivir….


Foto vía: p.onestopoccultshop.com
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Las palabras o las promesas de amor vienen escritas en el mismo papel y con la misma tinta de aquellos recibos que se destiñen con el tiempo.

La tinta de ese recibo que contabiliza palabras, deseos y sueños compartidos, se va evaporando hasta dejarlo en blanco, porque en vez de usar una técnica de conquista diaria, patrocinada por Sharpie, preferimos dejarlo a decisión de la vida, que se encarga de cambiar rumbos, borrar palabras con hechos y dársela de creativa para invertir historias, dejando a todo el mundo boquiabierto.

Si ves que la tinta va desapareciendo y no haces nada, probablemente llegará otra persona con la intención de reescribir una historia más emocionante en ese mismo recibo y con la clara intención que nunca se olvide lo que alguna vez se prometió.

Foto vía: fbcdn-sphotos-g-a.akamaihd.net
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Publicista, amante de los libros, el café y los brownies. Escribo siempre que tengo una historia que contar.

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