
Pero, ¿Qué hacemos con esos sentimientos? ¿Los deberíamos encarcelar? ¿Condenarlos a cadena perpetúa?
Por más prohibido que nos parezcan, debemos manejarlos con algo de cabeza porque la vida no sólo se trata de lo que sentimos, sino también de lo que pensamos, de lo que razonamos. Muchas veces nos dejamos llevar por lo que creemos sentir y nos equivocamos, es como si quisiéramos manejar con los ojos vendados.
Lo prohibido, lo de la otra persona, nos atrae con mayor fuerza porque nos hace pensar y nos siembra la duda; lo desconocido es lo que nos excita, lo que nos atrae profundamente. No hay que equivocarse porque muchas veces lo desconocido puede llegar a ser desilusionador, devastador, llevándonos a perder aquello que teníamos y que en verdad queríamos.
Entonces, ¿Vale la pena arriesgarse a quitarle a otros lo que ellos tienen y que nosotros tanto queremos? ¿Vale la pena hacer sufrir a los demás con tal de satisfacer nuestro ego? No creo. La vida es muy larga y en camino largo siempre hay desquite. Mejor no jugar con juguetes ajenos.
Así que mejor deberíamos aprovechar lo que tenemos y no fijarnos tanto en lo que tienen los demás. Y si quieres un juguete nuevo, acuérdate que en la juguetería hay muchos juguetes….y sin usar!
Foto vía: https://www.flickr.com/photos/27034431@N02/8299139902/
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