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Vamos por el mundo cargando verdades a medias, retazos de noticias, historias que tomamos como ciertas sin saber si son de fantasía. Vamos por el mundo creyéndonos dueños de distintas verdades, justificando los medios para llegar a nuestros caprichos, queriendo ser diferentes sin respetar las diferencias.

Vamos por el mundo creyendo que éste gira alrededor de nosotros porque nos sentimos el centro de todo, ¿pero cómo no creerlo si pareciera imposible ver la vida desde la mirada del otro?. Nuestra subjetividad tiene el poder de nublar la objetividad y camuflarse como una “verdad total”.

¿Qué tal si un día tomáramos la iniciativa de ver la vida a través de los ojos del otro? Ponernos en sus zapatos, vivir el día desde su experiencia de vida, sentir a flor de piel lo que los hace reír o llorar, ocuparse de sus preocupaciones, miedos y sueños. ¿Veríamos el mundo de la misma forma? ¿Seguiríamos caminando el mundo con nuestra vista nublada de subjetividad? ¿Seríamos capaces de sentir compasión por el otro?


Foto vía: pixabay.com 
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En esta entrada al blog, quiero compartir 25 frases que me gustan de 'La Rayuela' y que destacan el toque mágico que envuelve la literatura hecha por Cortázar. 

Rayuela (novela) - Wikipedia, la enciclopedia libre

1. "El tacto que reemplaza las definiciones, el instinto que va más allá de la inteligencia. La vía mágica, la noche oscura del alma" 

2. "Andamos los 3 enredándonos en los tobillos del otro, es incómodo y antiestético" 

3. "Yo no seré lo bastante ciego, querida, pero el nervio óptico me alcanza para ver que vos te vas a arreglar perfectamente sin mi" 

4. "Hacíamos el amor como 2 músicos que se juntaban para tocar sonatas" 

5. "No se acordará nunca de vos, todavía no tiene nada detrás de los ojos. Como los pájaros que comen las migas que uno le tira" 

6. "En realidad después de los 40 años, la verdadera cara la tenemos en la nuca, mirando desesperadamente para atrás". 

7. "La joroba está en que la naturalidad y la realidad se vuelven no se sabe por qué enemigas, hay una hora en que lo natural suena espantosamente falso, en que la realidad de los 20 años se codea con la realidad de los 40 y en cada codo hay una gillete tajeándonos el saco" 

8. "Descubro nuevos mundos simultáneos y ajenos, cada vez sospecho más que estar de acuerdo es la peor de las ilusiones" 

9. "Me apasiona el hoy pero siempre desde el ayer, y es así como a mi edad el pasado se vuelve presente y el presente es un extraño y confuso futuro..." 

10. "Oh mi amor, te extraño, me dolés en la piel, en la garganta, cada vez que respiro es como si el vacío me entrara en el pecho donde ya no estás" 

11. "Entonces hacer el amor era eso, un pez negro pasando y pasando obstinadamente"  

12. "Cada vez iré sintiendo menos y recordando más" 

13. "Ah, dejame entrar, dejame ver algún día cómo ven tus ojos" 

14. "Sólo viviendo absurdamente se podría romper alguna vez este absurdo infinito" 

15. "Hay ausencias que representan un verdadero triunfo" 

16. "Como si después de los ríos metafísicos mezclados con algodones sucios, el futuro tuviese alguna importancia" 

17. "La felicidad es solamente de uno y en cambio la desgracia pareciera de todos" 

18. "Entre la Maga y yo crece un cañaveral de palabras, apenas nos separan unas horas y unas cuadras y ya mi pena se llama pena, mi amor se llama mi amor..." 

19. "La repetición al infinito de un ansia de fuga, de atravesar el cristal y entrar en otra cosa" 

20. "Pero el amor también podía ser eso...Qué maravilla estar admirando a los peces en su pecera y de golpe verlos pasar al aire libre, irse como palomas. Una esperanza idiota, claro" 

21. "Todos retrocedemos por miedo de frotarnos la nariz contra algo desagradable. De la nariz como límite del mundo, tema de disertación" 

22. "Era duro renunciar a creer que una flor puede ser hermosa para la nada; era amargo aceptar que se puede bailar en la oscuridad" 

23. "París es una enorme metáfora" 

24. "La vida de los otros, tal como nos llega en la llamada realidad, no es cine sino fotografía, es decir, que no podemos aprehender la acción sino tan sólo sus fragmentos eléctricamente recortados" 

25. "Al final queda un álbum de fotos, de instantes fijos: jamás el devenir realizándose ante nosotros, el paso del ayer al hoy, la primera aguja del olvido en el recuerdo"
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Una conversación ajena se coló por mis oídos. La historia venía de un joven español que se divertía contando anécdotas de amores fracasados a su nueva conquista. Ella, colombiana de pura cepa, escuchaba las historias con atención, un par de preguntas y mucho silencio. 

El joven español, pelirrojo y con una colección amplia de pecas, relataba con gracia lo que había pasado con unos cuantos amores fallidos e intercalaba las historias con experiencias de infancia y adolescencia para dejarse conocer a través de sus vivencias. 

Ella, pelinegra y piel canela, se dejaba seducir por las andanzas de Pedro, porque de cuento en cuento, ya había viajado desde Bogotá hasta Madrid y de vuelta, pasando por Rio de Janeiro. Karen y Pedro disfrutaban del clima bipolar de Bogotá, mientras se conquistaban mutuamente con historias únicas, arreglando relaciones ajenas, criticando patrones de las relaciones amorosas y buscando en el otro, un espacio para meterse de cabeza. Al fin y al cabo, Karen y Pedro eran mortales que buscaban un amor inmortal. 

Era inevitable no escuchar las historias de Pedro porque éstas inundaban el lugar gracias a la chispa que él les impregnaba. Hasta el café tenía oídos y se alimentaba de anécdotas exóticas y de sonrisas que dejaban entrever los 2 protagonistas. Entre una llovizna caprichosa y un sol tímido digno de la capital, Pedro dijo una frase que quedaría inmortalizada en una entrada al blog: “El amor es como fumarse un chocapic: dulce, inesperado e inolvidable”.
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Quiero ir en contra de la corriente como el salmón, que es capaz de nadar durante miles de kilómetros en contra-corriente hasta llegar al río. Quiero quitarle el pico y placa a los sueños para que salgan cuando quieran sin ningún tipo de restricción, porque mejor que se aguanten un trancón a que se pierdan la libertad de salir y de ser. 

Las preguntas existenciales suelen llegar como un cardumen, todas al mismo tiempo, todas en manada, todas apuntando hacia el mismo lado. “¿Quién eres? ¿Por qué estás aquí? ¿Para qué viniste al mundo? ¿Cuáles son tus sueños? ¿Los estás cumpliendo?”…Y siguen cayendo una tras otra en cascada, buscando respuestas concretas. Tu cabeza se envuelve en un torbellino de preguntas y las respuestas parecen jugar a las escondidas, porque difícilmente las encuentras. “¿Dónde están?” te preguntas y nadie responde. Así que llega el miedo con ganas de absorberte hasta el más mínimo pensamiento y decide dejarte la cabeza en blanco y el corazón alborotado. 

-La desconexión entre la mente y el corazón- 

Si los sueños fueron producto de mi imaginación, ¿por qué el miedo tiene más fuerza si ni siquiera lo invité? Quiero asustar a los miedos con sueños más atrevidos para que salgan volando con las mismas ganas con las que llegaron. 

Quiero conservar la capacidad de sorprenderme con lo más básico, con lo más nuevo, con lo más viejo o con lo más cotidiano. Quiero creer en lo imposible como cuando estábamos niños y creíamos en el Ratón Pérez o en las Hadas Madrinas. 

¿Cuánto valen los sueños? ¿Qué precio tienen? No sé. Lo que sí sé con seguridad es que los miedos valen menos y los compramos más.
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Su imprudencia es clásica, llega sin avisar cuando menos te lo esperas y logra despertar un sinnúmero de sentimientos entorno a ella. Su visita a veces corta, a veces larga es sinónimo de que las nubes ya están saturadas de emociones y necesitan descargarse como dé lugar. 

“¿Hace cuánto no disfruto de la lluvia?” me pregunté y después de varios minutos divagando descubrí que antes amaba la lluvia, correr bajo su estruendoso ruido, jugar mientras caían miles de gotas por segundo y llegar empapada de nuevas historias divertidas por contar. 

Pareciera que crecer está ligado a dejar de disfrutar las pequeñas cosas que vienen con cada día, porque las preocupaciones tienden a apoderarse de nosotros para enredarlo todo. 

Hoy, después de varios años de esconderme bajo el paraguas o detrás de razones para no salir, dejé seducirme por las goticas frías que caían del cielo para inundar la ciudad y despertar mis ideas.
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En la inmensidad del mar, los problemas parecen hundirse en la nada para darle cabida a que los sueños cojan algo de aire y floten para ser un poco más visibles.

En la inmensidad del mar, me pregunto: "¿Quiénes somos? ¿Para dónde vamos?". Ojalá fuera tan fácil como tener una brújula que nos guiara hasta llegar a donde siempre hemos querido desembarcar. Pero, para bien o para mal, la vida no tiene una brújula y mucho menos un localizador satelital que nos guíe cuando nos creemos perdidos. 

En la inmensidad del mar, parece increíble aquellos que se creen GRANDES, porque al lado del mar se hace más evidente que son seres pequeños, lo que me lleva a pensar que los que se ahogan en grandeza, no son más que miniaturas que desafortunadamente no conocen el mar. 

En la inmensidad del mar, mi corazón baila al son de las olas y mi alma navega como embarcación perdida buscando la tierra, desde la belleza de alta mar.
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Las ideas suelen revolotear en las mentes más inquietas. ¿Acaso tienen una misión importante? De no ser así, serían sólo como mosquitos revoloteando, mientras emiten un sonido desesperante en medio de una noche donde la luz se acaba de despedir. 

¿Qué son las ideas? ¿De dónde vienen? ¿Llegan en el mismo avión en que viajan los sentimientos o vienen en vuelos distintos? Nadie sabe, nadie responde. Parece la típica pregunta incómoda que reciben los amigos con derechos "¿ustedes qué son?". 

Las ideas suelen venir en manada con recuerdos y emociones, que se mezclan como una masa de pancakes para crear cosas nuevas. Así van creciendo y creando nuevas fantasías que se transforman en realidades. 

Hay días en los que sientes que tienes tantas ideas, que no son aptas para estar gobernadas bajo un mismo cerebro, pero llegan de manera seductora a convencerte de realidades lejanas, pero encantadoras. Son cautivadoras, como ese tipo que ves sentado en un café o en un aeropuerto leyendo mientras se toma un café, enfocado en lo que no ha visto, en lo que no conoce, en lo invisible que va volviendo visible y mientras tanto, el mundo superficial desaparece por un instante… 

...Y en ese instante que todo lo invisible se vuelve realidad, la magia de lo desconocido se encarga de presentarte personas que antes eran sólo ideas, conceptos lejanos de algo que no conocías, es como estar viviendo en la oscuridad de la caverna platónica con ganas de salir a experimentar el mundo externo. Y así llegaste, en forma de idea, distante y cercana al mismo tiempo, invisible, pero palpable, con incertidumbre momentánea y fé infinita. 

-Llegaste como idea y te quedaste como realidad-




Foto vía: http://payload.cargocollective.com
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Cada día es como una hoja en blanco para cualquier CEO. La creatividad fluye con las ideas innovadoras y las preguntas existenciales. "¿Qué pasaría sí?" es la duda inquieta que se atraviesa en la mente de cada CEO. 

Y no es como si la creatividad variara dependiendo de sí estás en la tierra o en el cielo. Siempre es la misma, siempre llega de la misma manera, pero de diferentes formas, adaptándose al mundo cerebral distinto de cada quien. Y ahí estaba Dios, el todopoderoso, el rey de los cielos y de la tierra, el mejor CEO del planeta. 

Sus ideas habían creado un mundo variado en naturaleza, ideologías, interpretaciones y sentimientos. Y aún cuando todo parecía que marchaba bien, que era "perfecto", a Dios, el mejor CEO desde antes del Bing Bang, se preguntó: "¿Qué pasaría si altero un poco los cromosomas?" 

La pregunta le revoloteó en la cabeza por varias horas y minutos, se apoderaba de cada segundo para visualizar aquella idea hecha realidad. Hasta que Dios tomó la decisión: "¿Qué más dá? El hombre está acostumbrado a una perfección ilusa de las cosas y tal vez puedan aprender algo". 

Su idea se hizo realidad. Un día cualquiera, se tomó el poder de poner un cromosoma de más en el par 21. ¿Qué pasaría? ¿Se vendría la humanidad en contra de él? 

Y nació. Un novato del mundo, con 47 cromosomas. La familia no lo esperaba, la ciencia no lo entendía y antes que empezaran a buscar respuestas, el CEO de los cielos ya entendía qué había pasado. 

Esa alteración en la fórmula cromosomática, era el ingrediente que le falta al mundo. Era el ingrediente esencial para que todo mejorara en este mundo material: el amor. 

"¿Amor?" decían algunos, "¿Ángeles?" se cuestionaban incredulamente otros, pero los que podían conocer a profundidad de qué se trataba ese cromosoma
de más, entendían que tenían el toque de amor y de entrega que nos hacia falta a todos.

Al ver la reacción en la tierra, Dios se sintió afortunado de haber hecho una gran elección: haberles mostrado a los humanos "perfectos" que en la "imperfección" está el verdadero amor.



Foto vía: noahsdad.com
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La política siempre había sido como ese novio que promete un mejor futuro a punta de palabras bonitas, pero que sus hechos nunca representan el valor de sus palabras. El discurso político nunca había salvado a un pueblo, no había conseguido educar a nadie ni mucho menos había construido la paz, pero sí había servido como encantador de serpientes, encantando a los más ingenuos o a los positivos en exceso. Pero, ¿de qué había servido, desayunar un día con tamal o reclamar un subsidio que se gasta en cerveza si nada había cambiado? 

Nadie nos dijo que teníamos que mirar hacía el futuro, nadie nos dijo que no sólo bastaba con vivir el día a día (eso significaba que nos gastábamos lo poco que teníamos al instante), ningún político nos dijo que la educación era más importante que cualquier otra cosa. Claro, no nos iban a decir que el secreto era estudiar, porque eso haría que su negocio redondo de la politiquería se fuera a vivir a nuestro humilde barrio, donde sus votantes carecían de contexto y de razones para escoger bien a un candidato. Al fin y al acabo, ¿a quién le importábamos? Simplemente éramos ese familiar feo que nadie quiere presentar y que esconden por pena con los demás, pero al que siempre buscan cuando necesitan un favor. Ahí estábamos, dispuestos a recibir $20.000 o un tamal a cambio por votar por alguno de aquellos candidatos que prometían el cielo más que la tierra, pero que al final del gobierno sólo entregaban un cielo roto y un piso sin pavimentar. 

Somos el pesar de la clase alta, pero en realidad no saben que ellos son los que nos dan más pesar, porque si queda el candidato malo o bueno, al fin y al cabo, siempre vamos a quedar igual y ellos son los que se ven afectados siempre por “x” o “y” razón. Pase lo que pase, vivimos en la comodidad de la ignorancia y de la conformidad, porque al final del día, nada puede ser peor. 

Nuestros hijos pasan por falsos positivos, porque qué más da matar a un pobre…Nuestros hijos son raptados de la nada por los grupos que juegan a ser los Robin Hood del país, los famosos AUC y FARC…Los políticos se vanaglorian de ponernos en el pueblo agua potable, como si no supieran que eso es lo mínimo que deberían hacer…Pero a nadie le importa lo que pensamos. 

Nuestras voces se van desvaneciendo y, en muchos casos, silenciadas con tamales y dineros sucios dignos de la politiquería nacional. Las elecciones son nuestro reinado y nos emocionamos en la época electoral porque por más estudiados que sean o por más diplomas de Harvard que tengan, la clase se les cae en cada pelea, hasta parecen peleas de barrios de por acá. Y cada pelea entre candidatos nos confirma que en verdad no estamos tan lejos de ellos, porque la brecha social en verdad parece muy estrecha. 

¿Hasta cuándo vamos a tener que votar a cambio de un tamal? ¿Cuándo nos interesaremos por votar a consciencia? Tal vez, el día que un político piense en verdad en nosotros y dejen de dar discursos de reina de bellezas que sólo sirven para parecer más interesantes. Tal vez cuando le den más importancia a la educación, en vez de enseñar a cómo coger una pistola para disparar.


Foto vía: periodistadigital.com
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Toda mi vida fui caminando por la misma callecita, esa que tenía pequeños locales llenos de grandes ideas, de nuevas propuestas aún desconocidas por la mayoría de los habitantes de la ciudad y donde las soledades se encontraban buscando compañía. 


Nunca decidí parar y conocer algunos de esos locales, porque prefería llegar a tiempo al trabajo, elegía cada día seguir con lo que ya conocía y no desviarme locamente por lo que desconocía; porque lo desconocido siempre tiene un misterio que nos atrae, pero que el miedo mucha veces se traga entero. Todos proclamaban un dicho con tanta seguridad, que me parecía atemorizante: “Mejor malo conocido, que bueno conocer”. 

Esa frase resonaba en mi cabeza como si me estuvieran diciendo, “Cuidado, que la Llorona Loca invitó al Coco y van por ti esta noche”. ¿Cómo era posible que la gente se conformara con lo malo que conocía por miedo -físico miedo- de conocer algo mejor? Sería tal vez por esa razón, que la gente se estaba casando más rápido que como lo solían hacer en el siglo pasado. 

Mil teorías rondaban mi cabeza acerca de lo bueno, lo malo y lo regular de conocer algo nuevo. El miedo intrínseco que se apoderaba de la sociedad parecía querer conquistarme, pero una idea con tan poco argumento me parecía de por sí “un malo conocido”, es decir, no servía para nada. 

Así que un día decidí entrar al local que más me llamaba la atención. Se llamaba B, tenía un ambiente acogedor y tal vez lo que más me llamó la atención fue el olor a pan de chocolate recién hecho que me cautivaba todas las mañanas al pasar por ahí. ¿Por qué nunca había entrado? Tal vez, la comodidad de estar siempre en lo conocido, me había quitado el impulso de querer ir más allá. 

Ahí estabas tú, solo y callado. 
Ahí estaba yo, nerviosa e incrédula. 

Decidí comprar un pan de chocolate que tanto había querido probar y que me servía para calmar la ansiedad. Mientas me lo comía, me daba cuenta que tus ojos no paraban de seguir cada movimiento mío y era inevitable no voltear a verte. No entiendo en qué momento tus ideas se conocieron con las mías y tu pasión por la vida se contagió de mi curiosidad. El pan de chocolate estaba igual de bueno que tu, no era tan dulce ni tan salado, estaba en el punto perfecto. 

¿Qué tal que ese día el impulso no le hubiera ganado al miedo? ¿Qué tal que yo me hubiera dejado conquistar por el “malo conocido”? No sé qué habría pasado, pero lo único que sé es que la curiosidad nunca mató al gato, siempre lo salvo de quedarse dormido en la conformidad de no ir más allá de lo que ya conocía.


Foto vía: static.ilyke.net
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Publicista, amante de los libros, el café y los brownies. Escribo siempre que tengo una historia que contar.

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